Los chicos de iFixIt desmontaron las tres versiones del Galaxy S10 para hacer algunos hallazgos bastante interesantes sobre la arquitectura interna de estos equipos.
Lo primero es que el tubo de cobre bajo la placa empleado para disipar calor es mucho más grande que en el S9, pareciéndose casi al del Note 9, siendo así un teléfono que le costará sobre calentarse bajo escenarios de uso intenso, lo que es muy bueno.
Por otro lado, los de iFixIt sospechan que lo anterior es por la posibilidad de que la carga inalámbrica inversa pone en un serio estrés termal al dispositivo, por lo que no es "porque sí" este sistema de enfriamiento.
Además destacan como positivo que con un solo destornillador Phillips te puedes hacer cargo de casi todos los tornillos internos del terminal, sin necesidad de un kit gigante de herramientas.
Lo malo lo resumen en tres puntos clave:
1. Muchos componentes son modulares y fáciles de reemplazar, pero el puerto de carga está soldado a la placa madre, lo que trae un grave problema en caso de que este se eche a perder.
2. Reemplazar la batería es posible, pero es innecesariamente complejo por las trabas que pone Samsung dentro del equipo.
3. La gigantesca cantidad de pegamento en los vidrios delanteros y traseros hacen muy difícil reemplazarlos y dan un gran riesgo de que se rompan al iniciar la reparación.
Sobre el mismo punto anterior, la cantidad de componentes que hay que remover para cambiar la pantalla son demasiados y la lucha con el adhesivo es terrible.
Al final de cuentas le dan un 3 de 10 a la reparabilidad del equipo, siendo el 10 algo fácil de reparar.
Lo mejor que puedes hacer es siempre ir a lugares de reparación oficiales o que sean de tu confianza en que saben lo que hacen, porque las posibilidades de que todo se vaya a la porra son altas al meterse dentro de este equipo de lujo.